No me gustan los recuerdos. No me gusta el pasado y mucho menos, recordarlo.
Siempre me ha gustado decir que no me arrepiento de ninguno de mis actos, pero no es así.
Antes prefería pasar página, empezar otro capítulo, escudándome en que vendría un futuro y todo cambiaría, como una nueva vida, borrón y cuenta nueva. A día de hoy sé que eso no es así, la madurez de la que antes carecía, me ha enseñado que día a día vamos forjando un camino difuminando el pasado. Siempre creía que la mejor solución era escudarse en el mañana cuando la solución la tenía en el presente.
El presente es nuestro futuro, todo lo que hagamos hoy será el antecedente que germinará en un futuro inmediato.
El futuro es nuestro presente, todo lo que hagamos mañana, será el desenlace de lo que hicimos en una pasado.
De nosotros depende que las páginas de nuestra vida, de nuestra historia, sean de nuestro agrado o si al contrario, queremos que cada capítulo sea odioso y deseemos cerrar el libro sin acceder a la solución que es la más dolorosa pero más eficaz que la de huir dejando páginas en blanco...