

La fórmula 1 se ha convertido en un juego de despropósitos. La distancia que separa a Brawn GP de las escuderías que no poseen el doble difusor produce temor. Y ello está llevando a una serie de decisiones inverosímiles y, en la mayoría de los casos, precipitadas en los equipos teóricamente más punteros. Los primeros entrenamientos del Gran Premio de China fueron un ejemplo claro de ello. Renault decidió a última hora de la noche del jueves que Fernando Alonso probara su R29 sin el KERS en las dos primeras sesiones de entrenamientos libres de ayer. Nelsinho Piquet, en cambio, lo mantuvo. Ferrari anunció que en esta carrera no van a llevar el recuperador de energía cinética por problemas de seguridad. BMW se lo colocó a Robert Kubica. Y McLaren, el más adelantado de la clase, estrenó un difusor que no les concedió más que dos décimas. Todo ello no sirvió para mitigar la tensión. Los Brawn de Jenson Button y Rubens Barrichello lograron, junto al Williams de Rosberg, los mejores tiempos y siguen estando a un segundo de los coches campeones de los tres últimos años.